viernes, 29 de abril de 2011

HOLA A TODOS, "PACIENCIA"

Queridos seguidores del blog parroquial de "Santiago Atitlán", les pido mis disculpas por haber desatendido estos días, o mejor, estas semanas, nuestro blog. PACIENCIA. Retomaremos de nuevo el trabajo ordinario y les informaremos que ha pasado en Nuestra Querida Parroquia durante estos días.
DIOS LES BENDIGA SIEMPRE. Y a nuestros amigos, les encomendamos y les recordamos. Allá vamos para arriba. POCO A POCO.
HASTA PRONTO.

domingo, 10 de abril de 2011

V DOMINGO DE CUARESMA

En el quinto domingo, se proclama la resurrección de Lázaro, nos encontramos frente al misterio último de nuestra existencia: «Yo soy la resurrección y la vida... ¿Crees esto?» (Jn 11, 25-26). Para la comunidad cristiana es el momento de volver a poner con sinceridad, junto con Marta, toda la esperanza en Jesús de Nazaret: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo» (v. 27). La comunión con Cristo en esta vida nos prepara a cruzar la frontera de la muerte, para vivir sin fin en él. La fe en la resurrección de los muertos y la esperanza en la vida eterna abren nuestra mirada al sentido último de nuestra existencia: Dios ha creado al hombre para la resurrección y para la vida, y esta verdad da la dimensión auténtica y definitiva a la historia de los hombres, a su existencia personal y a su vida social, a la cultura, a la política, a la economía. Privado de la luz de la fe todo el universo acaba encerrado dentro de un sepulcro sin futuro, sin esperanza.(Mensaje para la Cuaresma 2011, Papa Benedicto XVI)

domingo, 3 de abril de 2011

IV DOMINGO DE CUARESMA.

En este domingo se nos propone a la consideración la escena del ciego de nacimiento. ¿Quien mejor que el Santo Padre para comentar este relato bíblico?. En su mensaje cuaresmal de este año dice:
"El domingo del ciego de nacimiento presenta a Cristo como luz del mundo. El Evangelio nos interpela a cada uno de nosotros: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». «Creo, Señor» (Jn 9, 35.38), afirma con alegría el ciego de nacimiento, dando voz a todo creyente. El milagro de la curación es el signo de que Cristo, junto con la vista, quiere abrir nuestra mirada interior, para que nuestra fe sea cada vez más profunda y podamos reconocer en él a nuestro único Salvador. Él ilumina todas las oscuridades de la vida y lleva al hombre a vivir como «hijo de la luz».